La gente
mas maravillosa del Mundo: LOS PIGMEOS |
Para ver fotos de pigmeos y amplio
reportaje sobre la selva del alto Zaire visitar |
www.rmsl.es/zaire |
Los Pigmeos habitan -mejor: recorren, porque vagabundean
siempre de un sitio para otro - en un país de fábula: Un extenso territorio, en el que
los árboles son tan numerosos como las arenas del mar; donde abunda el agua como en el
paraíso terrenal; donde el suelo genera con profusión. Los hippys que pasan (mejor:
pasaban, pues eran otros tiempos) por aquí preguntan: ¿Es
la misión de NDUYE?; ¡me gustaría visitar un Kambi (campamento) de
pigmeos!
Civilización primitiva.
Nada más sencillo: Un pequeño claro en la selva de cincuenta metros cuadrados
ocupados por cinco o seis casitas cuya estructura consiste en una treintena de varas
gruesas como el dedo meñique, entrelazadas con algunas lianas, hincadas por los
extremos en la tierra, formando el conjunto una cúpula semiesférica.
Una serie de tejas hechas de hojas anchas protegen los sueños sencillos de la gente más
sencilla de este mundo. Una entrada sin puerta; una única pared sin ventanas; un suelo de
tierra.
¿Y la silla? ¿Y la mesa? La tierra es lo bastante amplia para colocar una rata asada,
una anca de mono, un cuarto de antílope, cuatro tubérculos de mandioca, un puñado de
hojas trituradas y sazonadas con el estimulante Pili-Pili (guindilla).
Religiosidad naturalística.
Los pigmeos: son simpáticos, astutos, esbeltos. Te miran con desconfianza una primera
y una segunda vez; pero luego se tornan afectuosos. Hablan, danzan y caminan en un
accelerato continuo; mientras que trabajan en un adagio (lento)
prolongado.
Tienen respeto y reverencia del cadáver humano. Para no molestar su sueño abandonan el
poblado y se establecen en otra parte.
De la tierra tienen el color. Cuando están de fiesta se disfrazan con arte y gusto con
dibujos bizarros de color negro, del que hacen uso abundante, pues para ellos es el
símbolo de la alegría y de la vida.
Su Dios, no habita en el cielo, pues no podría ver lo que sucede en la selva, bajo los
árboles, bajo las hojas. ¡Él gira entre los troncos, en las ciénagas, en los arroyos,
entre las raíces! Dirige la flecha del pigmeo para que el mono caiga a sus pies. Espanta
a los antílopes para que terminen en las trampas que les han preparado.
Imitan los sonidos misteriosos de la selva. Fuman el alucinógeno Bangi (marihuana).
Padecen de frambuesa (enfermedad parecida a la sífilis pero no venérea).
Temen la sociedad del poblado negro. Colocan en primer plano la libertad.
No poseen nada: pero tienen millares de hectáreas de selva. En dos horas pueden tener una
casa nueva, construida únicamente por la esposa. Tienen dos pies a espátula que trotan infatigables
durante kilómetros, como un motor de dos tiempos.
Una historieta africana dice que, llegado el sábado, el ángel encargado de hacer la
limpieza en el taller de Dios se afana en poner orden y barrer. Al final hay todo un
montón de restos de cuanto ha sido empleado en la creación de los animales y del hombre.
El ángel no sabe dónde tirar aquellos restos y se presenta ante el Señor. Dios se
propone crear otro hombre, pero se da cuenta que el material es insuficiente... Por
eso sopla sobre ello. Y todo el material cae en la selva ecuatorial dando origen a la
tribu de los hombres más pequeños del mundo.
Nuestros Pigmeos.
En la misión de Nduye los verdaderos pigmeos son pocos: la mayoría está mestizada
con otras razas. ¡Son los llamados pigmoides! Decir que los pigmeos de Nduye son
primitivos sería exagerar la realidad. ¡Decir que están avanzados en la civilización
sería una pesada broma!
Han entrado en contacto con la civilización occidental y la asimilan con
cuentagotas; y sólo en alguno de sus aspectos. En su interior siguen ligados al desnudo,
a la selva, a la sencillez más simple.
En los senderos de la selva encuentro muy a menudo hombres de cuyo cuello cuelga un
pequeño diente de jabalí o de leopardo; mujeres con curiosos pendientes. ¡En el labio
superior las mujeres tienen un pequeño orificio en el que introducen un cañutillo de
paja o una flor llamativa o una astillita de madera teñida de negro!
Habilidad extraordinaria
Los pigmeos conocen los secretos de los modistos parisinos. Con la ayuda de un trozo
de colmillo de elefante, cuya base han esculpido en forma de tablero de ajedrez, golpean
con maestría ciertas cortezas y obtienen así ¡pañuelos Lines (así en el original),
perfumados de bosque! ¡Saben después volverlos parlantes con dibujos varios, cuyo color
es extraído de ciertas plantas! Hábiles cazadores, saben envenenar sus flechas pero que
no envenenan la carne de las piezas que caen bajo sus golpes...
Frecuentemente vienen a visitarme con un arco, enguantado en la cola de un macaco, y
algunas flechas; lo cambian todo por algunas monedas para bebida; o por algunos
cigarrillos para calentarse al anochecer y defenderse de la humedad de la noche.
Los pigmeos tienen como casa la selva. Como templo en el que rezan a su Dios: el cielo.
Como altar para sus sacrificios: el tizón siempre encendido. Como amigo inseparable, el
arco y como defensa la flecha. Su amuleto es un hueso o un pedacito de madera. Para
compartir con todos tienen la simplicidad de la vida.
Autor: Hº Cesare Fumagali.
Traductor: Julián Azcona.
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